Se ven por todos lados: personas caminando por la calle, sentados a la mesa de un restaurante, pasajeros del Metro, tren o autobús, con los ojos pegados a la pequeña pantalla en sus manos, ensimismados y ausentes de la realidad que les rodea. Incluso tus hijos no se despegan de ella. Probablemente habrá un tipo por ahí que le propuso matrimonio a su novia, mientras que revisaba al mismo tiempo sus mensajes de texto. (Con suerte, ella le envió un mensaje de texto con un «no»). ¡Ésto no es ni más ni menos que la tiranía de los dispositivos móviles!
Pero podemos considerarnos afortunados. En la actualidad, varias tecnologías están uniendo esfuerzos para ayudar a liberarnos del rectángulo de píxeles de la parte frontal de nuestro dispositivo móvil. La tecnología de voz y la inteligencia artificial (AI) se alían para permitir a los usuarios de dispositivos obtener información, ser productivos e incluso comunicarse sin tener que mirar y manipular sus pantallas táctiles. (Por supuesto que siempre podrías hacer una última llamada usando tu “smartphone”…pero ¿quién haría algo tan raro como eso?)
Por ejemplo, en determinados entornos empresariales, muchos profesionales están empezando a usar Alexa, de Amazon (lanzado el 2018), en las tareas más comunes de la jornada laboral: como comenzar reuniones, reservar salas y preguntar al general preguntas en la oficina como “¿cuál es la contraseña de Wi-Fi?”
Puede llegar a sonar como algo menor, pero ni mucho menos lo es. Toda esta serie de utilidades lo que hacer es facilitar, agilizar y simplificar tareas y actividades, tanto del individuo como del grupo, dejando así de interferir en la jornada normal de trabajo de oficina.
Y aún es mejor si todas esas funcionalidades tecnológicas de voz inteligente son aprovechadas para realizar actividades críticas para el negocio. Se podría pedir, por ejemplo, saber más o investigar a un cliente, antes de tener una reunión con él, en lugar de hacer trabajo de campo previo.
Esto ya es presente, pero en el futuro próximo, los asistentes de voz serán proactivos, es decir, anticiparán las necesidades de los usuarios en función de los patrones de comportamiento, el contexto y los datos extraídos de calendarios y otras aplicaciones comerciales o personales.
Y lo mismo se podrá aplicar al entorno familiar: pon tal música, pídeme una pizza, léeme las noticas más interesantes de tal periódico, compra tal producto en tal comercio, enciéndeme el aire acondicionado a tal hora, etc.
Poco a poco iremos viendo, de forma absolutamente inevitable como se interactúa con las nuevas tecnologías, dejando la dependencia de las pantallas a un lado.
Ese futuro ya es presente…bueno, hasta que nos “invadan” los robots.